30/12/09

Fundación Integra

Entrada 300
María relata su experiencia en el libro «Esquivando el destino» (LibrosLibres), la última obra de María Luz G. Sevilla. Ella no cayó en la droga, pero sí cuatro de sus hermanos, que fallecieron por su adicción a la heroína. Esta madrileña de 46 años tuvo que empezar pronto a ganarse la vida cuando su padre les abandonó a ella y a su familia.
Sin una referencia
«Me hubiera gustado –asegura María– tener a mi padre que me dijera que tenía que ir al colegio porque era mi obligación, o que mi madre estuviera cuando teníamos que comer o que ir al médico... Y ahí no había nadie. Nos tirábamos todo el día en la calle». Para ganar algo de dinero, María y su hermana mayor se prostituyeron: «Nos fuimos a la calle Montera. No conocíamos a nadie que lo hiciera, pero los hombres nos empezaron a decir que si nos íbamos con ellos nos daban dinero. Y ahí que nos metimos». Salió de ese mundo cuando se fue a vivir con quien hoy es su marido, después de casarse con él en un centro penitenciario.
En medio de la crudeza de muchas páginas del libro, se percibe la positiva labor que viene realizando la Fundación Integra (www.fundacionintegra.org), que sirve de nexo entre el mundo laboral y personas condenadas a la marginalidad y la exclusión. Más de un tercio de las 5.000 personas que han sido atendidas han encontrado trabajo. Integra se encarga de constatar si la persona está rehabilitada, dispuesta a trabajar y a empezar de nuevo comprometiéndose con responsabilidad.
Que historias tan sórdidas como las recogidas en «Esquivando el destino» hayan llegado a buen puerto pone de relieve el buen hacer de la Fundación.

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