DEBEMOS RESPETAR NUESTRO PASADO
Una Sociedad que se sustenta en valores cristianos es mejor para los no religiosos
La presencia del primer ministro de Hungría, Viktor Orban, en las pasadas Jornadas Católicos y Vida Pública de la ACdP en Bilbao, despertó mucho interés entre los diferentes medios de comunicación. Cristiano comprometido con las raíces cristianas de Europa, es una referencia y modelo para los políticos y los ciudadanos que quieren que los valores y principios cristianos informen las leyes, mejoren las sociedades y las personas que las componen.
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(El Mundo/InfoCatólica) En su intervención en el Palacio Euskalduna, Orban dejó en evidencia a los políticos, demostrando que los países mejoran cuando la legislación tiene en cuenta y hace explícitas las raíces cristianas de las naciones en las que son elegidos: «La política tiene que basarse en valores cristianos».
También demostró que siendo Hungría una pequeña nación dentro de la Unión Europea, ha llevado a cabo una legislación capaz de hacer frente a la todopoderosa legislación comunitaria en temas de vida y de familia. Ha hecho posible que el Parlamento y administración de Hungría puedan ser autónomas y legislar, hacer políticas independientes al servicio de sus ciudadanos. En este sentido, afirmó que «Europa se ha olvidado de Dios y se avergüenza de sus raíces cristianas y, con visión secular agresiva, supranacional y relativista propugna una sociedad sin Dios. Los tecnócratas de la Unión se han olvidado de la familia, patria y justicia, que son los auténticos valores».
Esta semana ha estado con Mariano Rajoy en un encuentro previo a la cumbre europea, ¿tiene su apoyo en estos momentos complicados, en especial por las críticas a la nueva Constitución húngara?
Lo que es complicado no es la situación de Hungría sino la de Europa. Lo que pasa en Hungría es bastante simple. Somos un país soberano, respetamos todas las leyes europeas y las seguimos por nuestra propia senda. Lo que queremos conseguir en Bruselas es, simplemente, un trato justo. Rechazamos ser objeto de cualquier tipo de dobles estándares, eso es todo. Si uno se centra en los artículos y en las legislaciones y no en campañas políticas ve que lo que estamos haciendo está absolutamente dentro de los valores y leyes europeas. Es el futuro de la UE lo que se presenta complicado.
¿Por qué?
Primero porque las otras entidades económicas están creciendo, a diferencia de Europa. Además, mientras ellos mejoran su competitividad, la de la UE está cayendo. También hay muchas diferencias en la Eurozona, especialmente en cuanto a la manera de conseguir inversiones, y este tipo de diferencias hacen difícil mantener la unidad. Al mismo tiempo, hay países que no somos parte de la zona euro y queremos respeto para nuestra propia respuesta a la crisis, que a veces puede no ser igual a la que están dando los países de la zona euro. Esto hace la situación complicada pero, como dice Rajoy, necesitamos más Europa.
¿Necesitamos también una Europa más cristiana?
Respecto al asunto de la cristiandad en Europa creo que hay dos grandes malos entendidos. El primero es que se piensa que el cristianismo es algo que no ha tenido un papel decisivo en la historia del continente. Esto no es cierto, debemos respetar nuestro pasado. El segundo es que los valores europeos y las instituciones se pueden mantener sin las bases cristianas... Yo creo que sería ventajoso para la UE y la gente que vive en ella reforzar las raíces cristianas.
La mención explícita al cristianismo en la Constitución ha generado cierto malestar. Algunas organizaciones de derechos humanos critican que no es demasiado garantista respecto a los derechos de las minorías.
La Constitución húngara respeta completamente el cristianismo. Hemos dejado claro que sin el cristianismo no habría habido ninguna posibilidad de que la nación húngara sobreviviera los últimos 1.000 años. Al mismo tiempo, la Constitución dice que las minorías son importantes. Las minorías étnicas son un elemento constructivo del Estado y los respetamos al mismo nivel que nos consideramos a nosotros mismos. Las minorías religiosas o grupos que no son cristianos, están protegidas a nivel individual y como grupo. De modo que por un lado se apoya en los valores cristianos y, por otro, en los valores europeos.
El texto defiende el matrimonio tradicional y se posiciona en contra del aborto diciendo que «la vida del embrión y feto serán protegidos desde la concepción». ¿Son éstas cuestiones que deben establecerse en la Constitución?
La cuestión más importante de la vida es la vida en sí misma, de modo que si la vida no está incorporada en la Constitución ¿qué otra cosa podría haber? Nuestra posición es muy clara: defendemos la vida desde el primer momento, pero depende de las leyes cómo regularlo. Además, dice que la familia basada en el matrimonio es importante, y la familia está definida como la relación entre un hombre y una mujer.
¿Es una Constitución inclusiva?
Es constructiva. No es liberal, pero tampoco podemos decir que sea conservadora. Es una Constitución que se basa en los valores que los húngaros creen que son necesarios. Es lo que tiene que hacer una Constitución, construir y definir el bien común.
¿Virará Europa hacia estos valores?
Creo que es muy importante. Los cristianos en la vida política y pública de la UE son menos activos que los liberales y los socialistas. Muchos cristianos están convencidos de que la cristiandad es un asunto privado, pero no es así. Dios y nuestra relación con él es lo privado, pero la cristiandad abarca los valores, la moralidad sobre la que podemos organizar nuestras vidas. Una sociedad que se sustenta sobre los valores cristianos tiene ventajas incluso para aquellos que no son religiosos, porque se centra en el bien común. Los cristianos siempre estamos a favor de la libertad, porque la confianza no puede ser impuesta.
¿Cree que Europa necesitaba la llegada de este Papa para los pobres?
Ha sido una buena elección. Una de las cuestiones clave para el futuro de Europa es cómo podemos compartir las riquezas de modo más justo. El Papa trata de hablar de esto y defender a los menos poderosos, lo que sin duda tiene repercusiones políticas.
En cuanto a los desfavorecidos, las recientes leyes que establecen en su país multas e incluso penas de cárcel para las personas sin hogar han levantado una fuerte polémica. ¿Es ésa una manera eficaz de terminar con el problema de la exclusión?
Hungría es un país de libertad, uno puede vivir donde quiera pero los gobiernos locales pueden definir qué espacios públicos no son apropiado y pueden hacer directivas locales. Esto pasa en toda Europa. En Hungría tenemos más alojamientos públicos gratuitos que personas viven en la calle. Si están en la calle es por su voluntad.
¿Siente que las instituciones europeas están siendo injustas con Hungría?
Sí, a veces los son, por supuesto. A veces no tratan a Hungría de una manera adecuada y usan dobles estándares... nos critican por cosas que no critican en otros países. No es justo. Me refiero, por ejemplo, a la Ley de Medios. No hay nada en ella que no estuviera ya en otras regulaciones en la UE. También han arremetido contra nuestro sistema judicial, pero no lo hacen contra el de otros países pese a ser igual. Y lo mismo con el asunto de la gente sin hogar... A nosotros se nos critica y a otros no. Lo de los dobles estándares es una práctica diaria en la Unión Europea. Tenemos que asumir la situación como parte del juego: esto es Europa, a veces justa y otras no. Uno tiene que ser justo y luchar por un trato digno. Esto es lo que estamos haciendo.
Quizás el hecho de que la reforma de la Constitución haya sido aprobada gracias a la amplia mayoría parlamentaria de su partido, sin ningún tipo de consenso con otras fuerzas, favorece que sea cuestionada.
No ha sido aprobada por el Fidesz sino por el Parlamento, es decir, por la gente que votó a sus representantes. La regulación acerca de cómo hacer una Constitución es exactamente igual a la que era hace años. Nosotros pasamos ocho años antes de obtener una mayoría constitucional en unas elecciones democráticas.
¿Le preocupa el crecimiento de los movimientos de extrema derecha?
Es un problema europeo, y los hay tanto de derechas como de izquierdas. La gente está desilusionada y enfadada por las medidas sin resultados adoptadas tras la crisis. En Hungría históricamente tenemos una clara limitación del extremismo: la dictadura nunca llegó sin una ocupación extranjera. Cuando los nazis ocuparon el país tuvimos un gobierno de extrema derecha; cuando la Unión Soviética lo hizo, tuvimos uno de extrema izquierda. Pero cuando pudimos organizarnos en base a nuestros propios valores nunca se ha dado que en unas elecciones los extremistas ganen más del 17% de los votos. Somos políticamente estables.
¿Y desde el punto de vista económico?
Hungría lo está haciendo mejor ahora que antes. Una de las mayores preocupaciones son los bajos ingresos. El salario medio es de 500 euros al mes y las pensiones, de 320 euros. Por eso queremos abaratar el coste de la vida y fomentar el empleo. Nos concentramos más en el IVA que en los impuestos sobre los ingresos. De hecho, tenemos el más alto de la UE, un 27%, porque es más justo pagar cuando gastas que cuando ganas dinero. Es socialmente más justo.
Recientemente ha habido protestas en Hungría en contra del Gobierno, y tienen elecciones el próximo año...
Nuestra sociedad es bastante estable y las protestas antigubernamentales son muy limitadas. La gente se ha dado cuenta de que el gobierno anterior destruyó la economía y de que nosotros estamos luchando por nuestra gente y por la nación. No es que seamos excelentes, pero nos respetan
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