10/1/10

Bautismo del Señor

Domingo 10 de Enero de 2010

Bautismo del Señor


Santoral: Ald, Gonzalo

Martirologio y efemérides latinoamericanos: 10.1.1978: Pedro Joaquín Chamorro, periodista, luchador por las libertades públicas contra la dictadura somocista.

10.1.1982: Dora Azmitía «Menchy», militante, maestra de 23 años, mártir de la juventud estudiantil católica en Guatemala.

10.1.1985: Ernesto Fernández Espino, pastor de la Iglesia luterana, mártir de los refugiados del pueblo salvadoreño.


Comentarios a las lecturas de esta semana

Dibujo de Cerezo para el día de hoy

Homilia de Monseñor Romero para el día de hoy (13 de Enero de 1980)

Isaías 42, 1-4. 6-7

Mirad a mi siervo, a quien prefiero

Así dice el Señor: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.

Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.

No gritará, no clamará, no voceará por las calles.

La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará,

hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.

Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano,

te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.

Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión,

y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas."

Salmo responsorial: 28

El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, aclamad al Señor,

aclamad la gloria del nombre del Señor,

postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.

La voz del Señor sobre las aguas,

el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,

la voz del Señor es magnífica. R.

El Dios de la gloria ha tronado.

En su templo un grito unánime: "¡Gloria!"

El Señor se sienta por encima del aguacero,

el Señor se sienta como rey eterno. R

Hechos de los apóstoles 10, 34-38

Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo

Lectura del libro de los

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él."

Lucas 3, 15-16. 21-22

Jesús se bautizó. Mientras oraba, se abrió el cielo

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego."

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espiritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."

En el presente ciclo C pueden utilizarse tambien las siguientes lecturas:

Isaías 40, 1-5. 9-11

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres

"Consolad, consolad a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados."

Una voz grita: "En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen,

que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos ha hablado la boca del Señor-."

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión;

alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas,

di a las ciudades de Judá: "Aquí está vuestro Dios.

Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda.

Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne,

toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres."

Salmo responsorial: 103

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R.

Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros, el fuego llameante, de ministro. R.

Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría;

la tierra está llena de tus criaturas. Ahí está el mar: ancho y dilatado, en él bullen, sin número, animales pequeños y grandes. R.

Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes. R.

Escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.

Tito 2, 11-14; 3, 4-7

Nos ha salvado con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo

Querido hermano:

Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.

Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Mas, cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.

Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.


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