La policía no tiene la capacidad de oponerse a los rebeldes
«Gracias a Dios estamos todos sanos y salvos». Así
resume lo ocurrido a la Agencias Fides el P. Aurelio Gazzera, carmelita
misionero que vive y trabaja en Bozoum (Rep. Centroafricana), cuyo
automóvil ha recibido varios disparos de los rebeldes Seleka cuando se
disponía a regresar a su misión en la capital, Bangui.
«Esta mañana a la salida de Bangui, entre las 6:30-7 a.m. hora local, nos han parado en un puesto de control Seleka. Nosotros nos hemos negado a que nos requisasen el coche, pero remarcando que visto que había algunos policías cerca, si querían inspeccionarlo no tendríamos ninguna objeción.«Este episodio es emblemático de lo que sucede todos los días en la República Centroafricana. A pesar de los anuncios realizados, Seleka no se ha disuelto, la policía no tiene la capacidad de oponerse a los rebeldes, aunque se está reorganizando. Pero, ¡quién sabe cuánto tiempo va a tardar en volver un mínimo de seguridad en el país!», dice el misionero.
Uno de los rebeldes nos ha hecho un gesto de que podíamos pasar, pero después de haber caminado unos metros, una moto con dos hombres, uno de ellos de pie sobre el asiento y armado con Kalashnikov, ha comenzado a seguirnos haciéndonos señales para que parasemos. Después de bloquear el paso al coche, el hombre con la pistola se ha acercado apuntando su arma contra el interior del coche ordenándonos volver atrás.
Estábamos en el Km12, un barrio muy concurrido, con un mercado pequeño y miles de personas que vienen y van. Por lo tanto, es difícil maniobrar en un espacio tan reducido. Pero el rebelde estaba impaciente y ha disparado a los neumáticos del coche. Luego ha pasado a disparar al aire exigiendo que hiciésemos la maniobra con los neumáticos a tierra. Una bala perdida ha herido a una mujer. Menos mal que ha pasado la unidad de la policía congoleña asociada a la FOMAC (Fuerza africana en Centro-africa) que ha detenido al hombre armado y mandado al hospital a la mujer herida.
Después de cambiar los neumáticos nos han llevado al cuartel de la Gendarmería, mientras que el arzobispo de Bangui ha enviado al vicario para ayudarnos a realizar las gestiones».
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