Carta del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández
En el «crimen abominable» del aborto intervienen el padre, la madre, la familia, los amigos y el personal sanitario
El obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, ha
afirmado que en el «crimen abominable» que constituye el aborto
«intervienen el padre, la madre, la más amplia familia, los amigos, el
personal sanitario, etcétera», de forma que «todos somos de alguna
manera responsables de este fracaso». Así lo ha destacado el obispo en
su carta semanal, en la que reflexiona sobre el hecho de que «hoy no se
lleva llamar las cosas por su nombre y, cuando se mata al hijo
engendrado en el seno materno, se habla de 'interrupción voluntaria del
embarazo', cuando la realidad cruda y dura consiste en eliminar a un ser
humano en el lugar más seguro y más cálido para el ser humano: el
vientre materno».
(EP/InfoCatólica) Además, para llegar a ese
resultado se hace necesario el concurso de todo el entorno de la futura
madre, es decir, se trata de «toda una presión social, en la que tantas
veces la misma madre es víctima y no tiene más salida que la de abortar,
pagando ella sola los vidrios rotos de esta catástrofe».
En este punto, el obispo ha destacado que la Jornada por la Vida, que celebrarán todos los movimientos provida el próximo 25 de marzo, «es una llamada a valorar la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su muerte natural, de manera que podamos hacer frente a la cultura de la muerte que se va difundiendo como una marea negra en nuestro tiempo. El sí a la vida es un sí al progreso, porque si no hay nacimientos está en peligro la ecología humana, está en peligro la sociedad y su continuidad armónica, está en peligro el crecimiento de una nación, están en peligro las pensiones».
Es más, «si ya en esos primeros momentos de la vida se permite la violencia, qué podemos esperar en otros campos o niveles. La crisis moral y de valores que estamos viviendo encontrará una salida cuando la vida humana sea más valorada y los esposos jóvenes vivan abiertos a la vida y sean apoyados por toda la sociedad», según ha resaltado el obispo.
Fracaso de toda la sociedad
Sin embargo, según han insistido en su carta Demetrio Fernández, «se trata de un fracaso, no solo personal, sino colectivo y social. La mentalidad de nuestra sociedad, con leyes y sin leyes, se va generalizando en dirección abortista y una mujer tiene todo a su favor para eliminar al hijo de sus entrañas y apenas cuenta con ayuda para llevar libremente su embarazo a feliz término. He aquí una de las más sonoras injusticias de nuestro tiempo. Se invoca la libertad de la madre para tener este hijo y no se tiene en cuenta para nada el niño que acaba de ser engendrado y que tiene derecho a nacer».En este punto, el obispo ha destacado que la Jornada por la Vida, que celebrarán todos los movimientos provida el próximo 25 de marzo, «es una llamada a valorar la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su muerte natural, de manera que podamos hacer frente a la cultura de la muerte que se va difundiendo como una marea negra en nuestro tiempo. El sí a la vida es un sí al progreso, porque si no hay nacimientos está en peligro la ecología humana, está en peligro la sociedad y su continuidad armónica, está en peligro el crecimiento de una nación, están en peligro las pensiones».
La sociedad se muere de tristeza sin nuevos nacimientos
La gran esperanza para la humanidad, según ha concluido Demetrio Fernández, «es el nacimiento de nuevos hijos. Cuando éstos son escasos, la esperanza está recortada, el futuro es incierto, la sociedad se muere de tristeza. El cristiano vive de la fe y por eso ama la vida, que se prolonga en la vida eterna gozosamente. Apoyado en la ciencia y por el sentido común de la ley natural, trabaja a favor de la vida y va poniendo los medios para que ningún ser humano sea eliminado forzadamente en el seno materno».Es más, «si ya en esos primeros momentos de la vida se permite la violencia, qué podemos esperar en otros campos o niveles. La crisis moral y de valores que estamos viviendo encontrará una salida cuando la vida humana sea más valorada y los esposos jóvenes vivan abiertos a la vida y sean apoyados por toda la sociedad», según ha resaltado el obispo.
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