Entrevista exclusiva al escultor español en el Vaticano
Marco Augusto Dueñas: «Intento que mis imágenes ayuden a rezar»
Marco Augusto Dueñas, escultor cordobés, ha inaugurado recientemente una enorme estatua suya de mármol que representa a San Marón, en una de las fachadas exteriores de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Se une esta imagen a otra anterior del mismo autor, que representa a Santa Rafaela María Porras, colocada también en el Vaticano. Este gran escultor católico, paradójicamente poco conocido en España, responde a las preguntas de InfoCatólica sobre su obra y la misión del artista en la Iglesia. También da su opinión, bastante provocativa, sobre el arte religioso actual.
(Bruno Moreno/InfoCatólica) Don Marco Augusto, dedicarse profesionalmente a la escultura es una aventura arriesgada. ¿Cómo se le ocurrió hacerse escultor?
No es algo que a uno se le ocurre. Más bien es como el que canta: O lo tienes o no lo tienes. Desde pequeño vas dibujando, vas trabajando... Y no sólo es la escultura: También he diseñado joyería o imágenes de Semana Santa. Es difícil. Desde pequeño, he tenido que mantenerme, pagar la universidad... Y uno llega a hacer cosas que merecen la pena después de trabajar durante años.
¿Cómo definiría su estilo artístico?
Actual, pero estudiando siempre a los clásicos. No es hiperrealismo, porque eso es más bien algo fotográfico, que no nos acerca a Dios ni a la belleza. El arte transforma lo que vemos, no lo copia. La mera copia nos lleva a la banalidad, a un arte meramente decorativo. Intento lograr la transformación que conseguían Leonardo, Bernini... pero de forma actual. Un arte moderno, pero siempre mirando hacia atrás, que es lo que buscaban en el Vaticano: un artista que uniese lo clásico con lo moderno.
No hay nada que me guste más que hacer arte religioso, para una iglesia, porque esa obra llega al corazón de las personas, va a ayudar a rezar y adorar. No hay dinero que pague algo así. Una obra “civil” puede estar muy bien pagada, pero no va más allá. Es bonita o es fea, pero eso es todo.
Es usted cordobés. ¿Ha influido en su obra la Semana Santa cordobesa, con sus imágenes y su liturgia?
Claro. Mi obra lleva dentro todo lo que yo llevo detrás: La imaginería, el arte religioso andaluz... Incluso mirando la misma barba de la estatua de San Marón, puedes verlo. No creo que haya un andaluz que se dedique al arte y no se inspire de algún modo en la imaginería. Yo llevo muchos años trabajando aquí en Italia, pero he traído de mi tierra todo lo que he vivido. Uno no puede huir de sus raíces. Creo que es una de las razones por las que aquí gusta mi arte.
¿Cómo se prepara para esculpir una estatua religiosa, como por ejemplo la de San Marón?
Estudiando lo que voy a representar, en este caso la historia de San Marón. Era un eremita, el fundador de la Iglesia Maronita, una de las Iglesias católicas orientales. He estudiado su vida y sus milagros. Su cara tiene los rasgos de alguien que ha vivido una vida muy dura, de eremita, con sufrimientos y privaciones.
En esta obra, he tenido que unir lo oriental y lo occidental. ¿Cómo lo he hecho? Simplificando en líneas, para que las personas que están acostumbradas a los iconos no sientan esta imagen como algo extraño. San Marón está ofreciendo la Iglesia Maronita al mundo, con su báculo de pastor. Ese báculo es moderno, está hecho de acero inoxidable, uniendo así lo antiguo y lo moderno. Además, en la forma de la estatua está toda la tradición occidental. Un pintor de iconos, el P. Abdo, me decía que era una obra muy importante, porque se iba a convertir en la imagen de San Marón para todo Occidente.
La estatua de San Marón mide cinco metros de altura. Imagino que esculpir algo así es complicadísimo. ¿Cuánto tiempo tardó en esculpirla?
Mide cinco metros con cuarenta. Para hacernos una idea, el David de Miguel Ángel es más pequeño. Fue muy complicado trabajar con un bloque tan grande de mármol, de ochenta mil kilos, hasta dejarlo en las veinticinco toneladas de la estatua.
Tardé seis meses en esculpirla, que es poco tiempo para algo así. Era el 1.600 aniversario de la muerte de San Marón y se había convocado un concurso para esculpir una estatua suya y colocarla en una de las hornacinas libres del Vaticano. Sin embargo, el Cardenal Comastri, Presidente de la Fábrica de San Pedro, y el Santo Padre decidieron no asignar la obra a ninguno de los participantes y encargármela a mí, porque ya había hecho la estatua de Santa Rafaela y podían confiar en que el resultado iba a ser de su gusto. Eso hizo que el plazo fuera más corto. Los meses que se pasaron planeando quién iba a esculpir la estatua me habrían venido muy bien a mí, para trabajar con más calma.
Entre todas las obras que ha realizado, ¿cuál es su favorita y por qué?
Ahora mismo, estoy muy orgulloso de ésta. Que a uno le diga el Cardenal Bertone que su estatua es de las más bonitas que hay en el Vaticano y oír al Santo Padre que dice que la imagen le ha colpito, que le ha impresionado...
¿Cuál es el papel del artista dentro de la Iglesia?
El arte es lenguaje, Una forma de expresión. La verdad es belleza y la belleza te acerca al Señor. Los artistas antiguos buscaban la belleza perfecta como lo más cercano a Dios. No buscaban llamar la atención ni escandalizar, como sucede muchas veces ahora. Hay artistas que usan un lenguaje que es mero sensacionalismo. Yo intento que mis imágenes ayuden a rezar a quienes las ven.
El artista tiene como misión en la Iglesia crear una ventana que acerque a lo divino. El arte religioso ayuda a rezar, a acercarse al Señor o a lo que el Señor estaba viviendo en un momento determinado.
En su opinión, ¿cuál es el principal problema del arte religioso actual?
Hoy en día, muchas veces lo único que se mira es el nombre del artista y, a menudo, se trata de artistas que no son religiosos y no entienden la religión. Esas obras tienen una buena dosis de narcisismo y egocentrismo. Usan un lenguaje que no es religioso. Se consigue un nombre famoso, se paga mucho dinero, pero al final la gente no se acerca a rezar.
Nosotros, como católicos, venimos de una tradición de arte religioso, que asumió lo mejor del arte anterior. En cambio, parece que el arte moderno ha roto con todo lo anterior y está volcado hacia la comercialización. Poco a poco, la Conferencia Episcopal se va dando cuenta de esto, igual que el Vaticano. Sin embargo, se encuentran con el problema de que existe un vacío muy grande en este ámbito. Hoy en día, hay muy poca escultura verdaderamente religiosa.
Hemos sabido que, con ocasión de la visita de Benedicto XVI, se inaugurarán varias de sus obras en la Catedral de la Almudena. ¿Puede contarnos en qué consisten esas obras?
Sí, se celebró un concurso y lo gané, aunque participaban grandes escultores como Ramón Chaparro o Luis Sanguino, que ya habían trabajado antes en la Almudena. He esculpido un Pantocrátor, cuatro relieves de la vida de Nuestra Señora de la Almudena, un San Miguel y un San Gabriel. Se colocarán de frente al Palacio Real, en la fachada principal.
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